Colocados en confinamiento para evitar los riesgos de propagación del coronavirus, Saint-Martin y Sint Maarten han tomado la apariencia de un pueblo fantasma durante varios días.
Tiendas obligadas a cerrar, calles, plazas y playas vacías de sus caminantes habituales, autos casi ausentes ... Un ambiente extraño y un poco pesado reina en las cuatro esquinas de la isla. Por cuánto tiempo. Nadie lo sabe Desgraciadamente…
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