CULTURA: Jérôme Rouger no anduvo sobre cáscaras de huevo en el teatro Chapelle

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Su espectáculo "Por qué las gallinas prefieren ser criadas en tambores" marcó el inicio de la nueva temporada teatral y lo mínimo que podemos decir es que el actor pegó fuerte.

Las tres funciones del pasado fin de semana atrajeron a los amantes de la cultura al Théâtre de la Chapelle para descubrir esta original conferencia que el autor no dejó de adaptar a la historia, la geografía y las costumbres del territorio. Durante 1h30 de espectáculo, Jérôme Rouger se puso su traje de director de la Escuela Nacional de Agricultura Itinerante (ENAA) y sus botas blancas para intentar desentrañar el misterio del huevo y la gallina. Autoproclamado antiguo maestro de Audrey Duputié, directora del Théâtre de la Chapelle que aprovechó la introducción para agradecer a la Colectividad la reciente colaboración firmada entre ellos, Jérôme Rouger multiplicó sus guiños a Saint-Martin tras realizar un verdadero trabajo de investigación sobre los cargos electos, los distritos y el funcionamiento particular de un territorio como el nuestro.

Sin dudar en hacer juegos de palabras animando al público a interactuar con él, el actor también le dio un lugar privilegiado a las nociones científicas donde salimos imbatibles sobre las condiciones de vida de una gallina criada en batería, y realmente pone la piel de gallina. Justificando su presencia en el escenario con motivo de la inauguración de la sucursal de Saint-Martin de la ENAA, Jérôme Rouger se lanzó a su conferencia como un profesor Tournesol, un poco excéntrico y delicado pero profundamente brillante. Utilizando subterfugios teatrales como pedirle al público que imagine fotos proyectadas en una pantalla para ilustrar su discurso cómico, el artista solo en el escenario hace reír sin burlarse nunca. El flujo es rápido, y se acelera un poco cuando Jérôme Rouger decide rapear la pregunta que todos se hacen desde el inicio del espectáculo: ¿Por qué las gallinas prefieren ser criadas en baterías... y de la que nadie ha tenido la respuesta excepto tal vez este hombre del público a quien el profesor casi le afeita la barba en medio de una demostración práctica. Si este espectador puede enorgullecerse de haber prestado de alguna manera su cuerpo a la ciencia, Jérôme Rouger puede jactarse de haber logrado hacer reír a toda la sala del Théâtre de la Chapelle. _Vx

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Faxinfo: https://www.faxinfo.fr/

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